Cuando empezamos a correr y vamos mejorando usualmente nos entra una obsesión por mejorar, queriendo lograr mejores tiempo en todos los entrenamientos.

Pero entrenar es mas allá de una sesión suave o de velocidad de entrenamiento, se trata de practicar una actividad de manera estructura, combinando resistencia, fortalecimiento, descanso, alimentación y fortaleza mental.

La forma en que usualmente la mayoría miden el progreso del entrenamiento es con los números, si lo hizo más rápido, si las repeticiones en esta ocasión las hizo a un supuesto mejor ritmo, si la corrida tempo también la hizo más rápido o que la corrida suave ahora la hace 20 segundos menos.

Pero el progreso en el entrenamiento no se puede medir en base a sesiones individuales, si no el conjunto de todo.

Para poner un ejemplo:

Luego de un entrenamiento “de calidad”, como unas repeticiones o un tempo, la próxima corrida debería ser suave y su objetivo es de recuperación. Si esa corrida la haces muy rápido, y terminas incluso un poco sofocado, aunque creas que te fue bien por haberla realizado más rápido, en realidad no se cumplió con el objetivo del entrenamiento y por ende no fue una buena sesión.

Esto provoca que el atleta se sienta muy cansado al momento de realizar entrenamientos de velocidad y/o fondos, ya que al querer siempre tener “buenos números” y que cada día sea más rápido no cumple con la recuperación requerida que forma parte de su ciclo de entrenamiento. Entonces al final de cuentas lo que tenemos es: ▪Sesiones de entrenamientos de velocidad sin cumplir o incompleto.

▪Sesiones de entrenamientos suave realizados muy rápidos.

▪Fondos incompletos.

▪Fatiga excesiva.

Es por esto que debemos entender el objetivo de cada entrenamiento y cumplir con el mismo, de lo contrario no habrá un avance real y lo que haremos es encaminarnos a una fatiga excesiva o sobre entrenamiento. Una sola sesión buena de entrenamiento no significa un avance real, ni tampo una sola sesión mala significa un retroceso.

Javier y Jenny